En mi agustia clame a ti, Señor, y tu me respondiste.
Desde las profunddades de la muerte clame a ti, y tu me oiste.
Me arrojaste a lo mas hondo del mar, y las corrientes me envolvieron. Las grandes olas que tu mandas pasaban sobre mi.
Llegue a sentirme echado de tu presencia; pense que no volveria a ver tu santo templo.
Las aguas me rodeaban por completo, me cubria el mar profundo; las algas se enrredaban en mi cabeza.
Me hundi hasta el fondo de la terra; ¡ya me sentia su eterno prisonero! Pero tu, Señor, mi Dios, me salvaste de la muerte.
Al sentir que la vida se me iba, me acorde de ti Señor; mi oracion llego a ti en tu santo templo.
Los que siguen a los idolos dejan de serte leales; pero yo con voz de gratitud, te ofrecere sacrificios; cumplire las promesas que te hice. ¡Solo tu, Señor, puedes salvar!
De libro de Jonas 2.
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